La vereda Puerto Limón o Limón está ubicada en el municipio de Vista Hermosa, Meta, en la región del Guayabero. No cuenta con Junta de Acción Comunal-JAC reconocida, ya que, estaban en trámite de formalización y en medio de la crisis generada por la no compra de pasta base de coca, economía de la que subsisten las y los campesinos de este territorio, eso pasó a segundo plano. Cuando se está pensando cómo sobrevivir, tener representación ante una institución que los ha ignorado históricamente, no parece relevante.

De a poco todas las personas que allí vivían empezaron a irse, y no porque no hubiese arraigo, como suele ocurrir en los territorios cocaleros donde las familias están determinados periodos de tiempo, mientras la coca les sea rentable. Aquí hay personas que llegaron hace más de 40 años, y han visto a sus hijos y nietos crecer, tal es el caso de José Fernando Salgado León, quien era el presidente de la JAC que tenían conformada informalmente, pero que dentro de la comunidad les permitía organizarse.

 
José lleva 33 años viviendo en este territorio, allí nacieron sus hijas y hace poco tuvo que irse hacia la vereda La Carpa, para poder estar en un lugar más central, así su esposa quien recientemente le diagnosticaron cáncer, puede ser atendida o salir más fácil a San José del Guaviare, el casco urbano más cercano y donde se encuentra el único hospital medianamente dotado, aunque su nivel de complejidad apenas alcanza a II y recibe pacientes no solamente del Guaviare, sino del sur del Meta y departamentos circunvecinos. 
 
Vivir allí también le permite seguir garantizando el estudio a las integrantes de su familia que reciben su educación de bachillerato en el colegio-internado. No obstante, este líder comunal de 43 años, no pierde la esperanza de retornar a su tierra, “pues allá todavía está mi fundo, o sea, como dice el cuento, uno pues nunca abandona su fundito porque allá es donde tuve mis hijas, allá donde mejor dicho. Ahí está mi fundito, donde hemos vivido toda la vida, allá en Puerto Limón”, explica.

En la vereda Limón habitaban alrededor de 19 familias, actualmente quedan aproximadamente ocho. Antes de la crisis ya se habían quedado sin educación, ya que, la escuela del Cabra donde sus hijos estudiaban, fue cerrada. A pesar de estar a varias horas de camino y tener que atravesar el caño Cabra, sumado a otras dificultades que sorteaban para acceder a su derecho a la educación, era la única opción que tenían. Esta fue una de las primeras razones por la cuales las personas empezaron a migrar.

Hace más de un año llegó para ellos la recesión económica, pero por lo menos al ir a Nueva Colombia, alcanzaron durante unos meses a tener dinero al comercializar la pasta base de coca. Pero la crisis se extendió en toda la región, y hoy como la coca no les sirve para cambalachearla y así acceder a mercado y elementos de higiene, muchos se han ido, pero otros no tienen esas redes de apoyo para salir de la zona.

Pese a todo, los campesinos y campesinas agradecen a la hoja de coca por lo que hasta hace poco les permitía, ya que, si no fuera por esta economía considerada ilegal, no habrían podido acceder a sus derechos básicos como educación, salud o haber mejorado los caminos, crear parques, y suplir otras necesidades individuales y colectivas. “Sí, pero como digo yo, uno no puede ser desagradecido con la matica de coca porque sí, sí le ha dado uno pa’ su comidita de sostenerse uno con su familia ¿sí? porque uno no es que va a quedar rico con eso, yo creo que en las regiones donde han sido cocaleros el campesino nunca han progresado, siempre antes con deuda es que queda uno”, reflexionaba José.

Pero ahora que la coca ofrece un panorama lleno de incertidumbre, le recuerdan al Estado que, aunque por años en vez de ayudarlos los ha criminalizado, judicializado y hasta asesinado, siguen siendo ciudadanos sujetos de derechos. “Lo que nosotros estamos esperando, es que el día de mañana no sé, que el gobierno nos tenga en cuenta a nosotros, porque la verdad ahí donde estamos, ahí no sabemos pa’ dónde coger”, nos dice José, quien nos abrió las puertas de su hogar y hasta de sus miedos, dado que, aunque en este momento ha rebuscado dinero trabajando en cultivos de Maracuyá, en fincas ganaderas o abriendo cunetas a partir de proyectos que han llegado a la vereda, mantener tantas bocas es difícil.

“La verdad en esta vida ya estamos cansados con tanto conflicto. Tanta vaina, muchas represiones contra nosotros también. Inclusive hasta limitando a los mismos campesinos, porque cuando se han conformado las guardias campesinas para exigir nuestros derechos, han sido discriminados, tratan a la gente como guerrilleros, todo eso, y eso no es así, es la gente para bregarsen así, a sostener en la región donde hemos vivido nosotros siempre, ahí”, concluye este líder comunal.