La primera vez que fuimos a La Tigra, vereda de Puerto Rico, Meta en la región del Guayabero fue en el año 2020. La comunidad había denunciado que, en el marco de operativos de erradicación forzada, el Ejército les habría disparado, e inclusive en un video se pudo ver cómo un militar había dado un puñetazo a un campesino.
Pero quienes allí vivían no sólo estaban sufriendo por los operativos de erradicación forzada, sino porque fueron la única vereda de esta región del Meta que se acogió al Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito-PNIS, lejos de poder ser ejemplo para las veredas vecinas de cambiar de economía, el incumplimiento los llevó a una crisis de la que aún hoy no se han podido sobreponer.
“Pues fue un error que cometimos en meternos a ese programa”, recuerda José Alberto López, un adulto mayor de 71 años, que hace más de 30 años llegó a vivir a la zona. Él no ve como una posibilidad migrar, así no haya sino 18 familias. “Eso no es no más uno empacar la maleta y, irse ¿a dónde va a llegar? y a dónde esto y lo otro. Por allá no le van a tener a uno un rancho, así sea feito”, explica este hombre que subsiste de vender gaseosas y minutos de celular.
Actualmente La Tigra está sumida -al igual que toda la región- en una crisis por la recesión económica de la coca. Los pocos habitantes que no se fueron cuando el PNIS les falló, se quedaron viviendo de este cultivo considerado ilícito, que hoy no se está comercializando en ciertas zonas de Colombia. Recorrer esta vereda es ver un montón de casas hechas escombros, la escuela y el centro de salud cayéndose por partes, y adivinar entre las pocas estructuras que el tiempo no ha terminado de destruir, si están o no habitadas.